Dice Goethe que la juventud quiere mejor ser estimulada que instruida. Y es que cuando hablamos de juventud, hablamos de aquella etapa de la vida donde se nos empiezan a presentar varios momentos tanto internos como externos, donde saltan dudas y también soluciones, de estar completamente convencido de tener todas las respuestas a estar completamente perdidos, o al menos a empezar a comprender las limitantes que la realidad te da y posee. Son esos momentos sumamente difíciles en donde todo converge y se siente a flor de piel, tus valores, tus enseñanzas, tu alma, el corazón y lo que nos dicta la mente, y por otro lado el tratar de balancear, priorizar e incluso desechar la propia voluntad de nuestros más allegado que nos indican a dónde ir, sin preguntarnos y sin darnos mayor alternativa que cumplir órdenes, y sin embargo esto resulta chocante porque estos allegados ya nos dejan de parecer como ejemplos y se van transformando poco a poco en una persona normal, un par, un próximo. Y todo esto es parte de nuestro crecimiento y nuestra propia individualidad porque al final somos seres que necesitamos estímulos positivos para crecer, innovar, ser proactivos, propositivos y esto en el liderazgo juvenil no debe pasar desapercibido, ni ninguneado, ni menospreciado.
Porque, siendo sinceros, la juventud es la etapa donde la luz de la innovación, nuevas ideas y el ímpetu de lograr los objetivos, es y se siente tan real y posible. Y como generaciones debemos hacer el camino más transitable del que nos lo pusieron a nosotros y es que desde hace mucho tiempo se ha reconocido que la imaginación, los ideales y la energía de nuestros jóvenes son vitales para el desarrollo continuo de las sociedades en las que viven. En la actualidad, hay 1.200 millones de jóvenes de 15 a 24 años, que son el 16% de la población mundial. Para 2030, se estima que la cantidad de jóvenes habrá aumentado en un 7%, llegando así a casi 1.300 millones.
En el caso de Guatemala, un estudio establece que: 36% de la población es joven, 20% de los jóvenes vive en el departamento de Guatemala, 51% es de la PEA, a pesar de que 2 de cada 10 jóvenes de 13-15 años se encuentran en condición de actividad económica, su nivel de ocupación es prácticamente absoluto (99.7%) y luego eso cambia de 3 de cada 10 jóvenes no estudian ni trabajan, son jóvenes entre 13-25 años y de 25-30 años se duplica. Impactante, ¿verdad? 51% son mujeres y una parte importante se identifican de los pueblos maya, xinka y garífuna (44%), mientras que el resto lo hace con otros grupos identitarios como: ladino, mestizo, afrodescendiente o extranjero (56%) Esto quiere decir, a grosso modo, que Guatemala está integrada en su mayoría por mujeres jóvenes que a medida que van creciendo van perdiendo oportunidades laborales, educativos y de inserción en el mercado laboral, eso sin contar toda la línea de discriminación que se puede visualizar a través de estos números fríos, aunado a la historia de la violencia basada en género como un fenómeno que se ha cristalizado en el estado y que afecta en especial, social y políticamente a: mujeres, indígenas, migrantes, personas con discapacidad y neurodivergentes, aunado a la topografía, geografía y la geopolítica de Guatemala. Y ¿Cuáles son los retos y las discriminaciones que los jóvenes tienen que afrontar? Participación: Los jóvenes están subrepresentados en el aparato estatal político y cultural adulto céntrico, Transición de la escuela al mundo laboral, Acceso a la atención sanitaria, incluida la salud y los derechos sexuales y reproductivos, Jóvenes en situación de vulnerabilidad Los jóvenes migrantes, comprendidos los que solicitan asilo o refugio, los que están en conflicto con la ley y los que tienen discapacidades o neurodivergencias, afrontan problemas adicionales debido a su situación específica. La edad es una característica que a menudo coincide con otros vectores de discriminación y los agrava, lo que impide a muchos jóvenes el disfrute de oportunidades en términos de igualdad y equidad. No podemos quedarnos de brazos cruzados y es nuestro deber, como los jóvenes que fuimos y que deseamos ser oídos, más, lo que queremos para nuestras futuras generaciones, es hacer oír y replicar las voces de los jóvenes públicamente, crear conciencia sobre la importancia de una representación juvenil y promover la colaboración intergeneracional en los espacios de toma de decisiones. Sus demandas no son objetivos inalcanzables sino exigen más oportunidades soluciones más justas, equitativas y progresivas en nuestra sociedad bajo los principios del acceso a la educación, la salud, el empleo y la igualdad de género porque ellos representan una fuerza positiva para el desarrollo social, ambiental y económico al brindarles el conocimiento y las oportunidades que se necesitan para prosperar y desarrollarse, y es por ello que deben adquirir la educación y las habilidades necesarias para lograrlo. Y es que, como dijo Einstein, la juventud, ¿sabes que la tuya no es la primera generación que anhela una vida plena de belleza y libertad?
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